Cuenta que para llegar al color ideal, la cabeza arde. Todo proceso de decoloración es así, intenso y en cierta forma doloroso. Sarna con gusto no pica, reconoce Favio Álvarez, y más si el cambio color es algo así como una suerte de cábala para él.
“¿Viste? Me parece que lo voy a mantener seguido en la cabeza, al color”, ríe quien el domingo por la noche le asestó la estocada final a Independiente, el “Rojo” que llegó a Tucumán ancho, tras un gran partido contra Huracán en la fecha 9 de la Superliga, pero que del Monumental se llevó cuatro goles en contra y varias enseñanzas sobre cómo puede tambalear la estructura si los cimientos no son de la calidad.
Uno de los grandes culpables de que en el “Rojo” nadie piense en brindar ni en fumar habanos fue el cordobés, la moneda de cambio que utilizó Ricardo Zielinski para abrir el partido después de la expulsión del tucumano Pablo Hernández y de que Independiente se cerrara atrás cual muralla.
Favio colaboró en la resolución del acertijo visitante. “El equipo estaba haciendo un buen partido, lo manejamos desde el minuto cero. Fuimos justos ganadores”, lo reafirma lejos del ruido del Monumental, el “Increíble Favio”. En la serenidad del complejo de Ojo de Agua, la sonrisa al enganche se le hace más ancha. Han pasado unas horas y una tanda de entrenamiento ya desde el triunfo sobre los de Ariel Holan. La adrenalina ha bajado, no así la emoción.
“La idea era buscar los espacios; juntarme con los chicos de mitad de cancha hacia adelante. Llegamos y lastimamos. Eso fue bueno para el equipo, porque lo pudimos hacer constantemente. Encontramos los goles y la tranquilidad que merecíamos”, sostiene el creativo, en estado de gracia el domingo. “El equipo está bien y eso ayuda mucho al rendimiento individual. Hay un buen plantel y cualquiera puede jugar”, sostiene Álvarez, quien asegura que Atlético es un todo y ese todo mejora la calidad individual de cada integrante de su plantilla.
El gol y la moda
Favio intenta crear, en la cancha y en la moda, confiesa entre carcajadas. “Me gusta. Trato de innovar. No sé si será por la edad, pero trato de hacer cosas diferentes. Me divierte”, menciona justo antes de cambiar el tono de su rostro: de la alegría al susto. Ni él esperaba recibir el rechazo de Jonathan Cabral y darse con un campo libre y arco vacío, a 50 metros de distancia. “No llegaba más al arco. Corría y corría, pero nada, je. Cuando llegué al borde del área chica empujé la pelota y listo, 4-2”, respira Favio y cuenta al toque que “Pulguita” le había pedido terminar la jugada. “Me dijo que se la tenía que haber dado a él; ta loco ese. Estaba frente al arco y mirá si la pasaba y alguien la desviaba. Sé que está peleando en la tabla de goleadores pero bueno, yo estaba justo frente al arco y tenía que definir, ja”. Perdonado...
Lo curioso fue que antes del regaño del simoqueño, en una acción previa al 4-2, Álvarez lo había dejado mano a mano con Martín Campaña y curiosamente el artillero devolvió gentilezas. “No la esperaba. Es medio raro que me la haya devuelto, porque en esa zona no acostumbra a hacerlo. Fue buena su intención. Lamentablemente, un defensor puntea la pelota, me pasa a mí y le queda a ‘Javi’ (Toledo). Quizás por la desesperación de meterla, la termina sacando él. Fue una lástima. Igualmente, hicimos un gran partido. Podríamos haber hecho más goles”.
La chance
La paciencia es una virtud de Favio. No hizo la pretemporada, por recuperase de una operación, y entró en sintonía con el grupo cuando ya había empezado a jugar los octavos de final de la Copa Libertadores. “Sabía que tenía que remarla de atrás. Arranqué con el torneo empezado y el equipo jugando ya. Sabía que tenía que ponerme bien para aprovechar la oportunidad cuando me llegue, porque sabía que podía llegar. Tengo que seguir así”, dice sin demostrar prisa en sus palabras.
Sucede que él forma parte ya de un equipo consolidado. “Hemos demostrado un buen rendimiento en estos dos años y estar entre los ocho mejores de América no es fácil, menos para un equipo del interior. También en el torneo nos estamos consolidando, salimos a ganar en todas las canchas y los rivales se preocupan, nos miran más y eso habla de que estamos haciendo bien las cosas”.